lunes, 7 de febrero de 2011

Soledad

Soledad no podía conservar a nadie y no parecía importarle, pasaba de un amante al siguiente sin pensarlo dos veces. buscaba en su agenda un posible consuelo, se aferraba a cualquier muestra de afecto para no enfrentarse a la aterradora mirada de su reflejo. A puertas cerradas, cuando Soledad estaba verdaderamente sola, ya no había a quien mentirle. Acompañada únicamente por su sombra, las lágrimas no tenían antídoto. Llevando una máscara de indiferencia, Soledad no distinguía de intenciones, no sabía diferenciar entre aventuras y amores. Soledad era dueña de muchas caras distintas, conocía muchas técnicas para ocultar su desesperación, pero no era más que una cobarde vestida de temeraria. Aunque se negase a aceptarlo, debía lidiar a diario con su peor pesadilla: Ella misma.