jueves, 5 de mayo de 2011

Otoño


Hojas caen de árboles muertos, el viento las arrastra a su voluntad. Se desprenden de las ramas sin elección, pues para eso fueron hechas, no intentan aferrarse al tronco en el cual crecieron. Las hojas no cuestionan dónde caerán, ni quién vendrá después de ellas para tomar su lugar, no sienten temor de perder su verdor conforme se acerque el invierno. Dejan de colgar en las alturas para descender ante el inevitable final de un ciclo, adquieren un nuevo tono y se entremezclan con cientos de hojas más. Si se pierden para siempre, es simplemente otro otoño.