Hojas caen de árboles muertos, el viento las arrastra a su voluntad. Se desprenden de las ramas sin elección, pues para eso fueron hechas, no intentan aferrarse al tronco en el cual crecieron. Las hojas no cuestionan dónde caerán, ni quién vendrá después de ellas para tomar su lugar, no sienten temor de perder su verdor conforme se acerque el invierno. Dejan de colgar en las alturas para descender ante el inevitable final de un ciclo, adquieren un nuevo tono y se entremezclan con cientos de hojas más. Si se pierden para siempre, es simplemente otro otoño.
jueves, 5 de mayo de 2011
lunes, 7 de febrero de 2011
Soledad
Soledad no podía conservar a nadie y no parecía importarle, pasaba de un amante al siguiente sin pensarlo dos veces. buscaba en su agenda un posible consuelo, se aferraba a cualquier muestra de afecto para no enfrentarse a la aterradora mirada de su reflejo. A puertas cerradas, cuando Soledad estaba verdaderamente sola, ya no había a quien mentirle. Acompañada únicamente por su sombra, las lágrimas no tenían antídoto. Llevando una máscara de indiferencia, Soledad no distinguía de intenciones, no sabía diferenciar entre aventuras y amores. Soledad era dueña de muchas caras distintas, conocía muchas técnicas para ocultar su desesperación, pero no era más que una cobarde vestida de temeraria. Aunque se negase a aceptarlo, debía lidiar a diario con su peor pesadilla: Ella misma.
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Soledad Loneliness Andrés Aguilera
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